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El pasado 23 de enero de 2020, a los 86 años, falleció el poeta, ensayista y abogado Armando Uribe Arce.
Premio Municipal de Literatura de Santiago 1990 y Premio Nacional de Literatura 2004, perteneció a la Generación Literaria de 1950, siendo su último representante vivo.
Fue diplomático en Washington, Estados Unidos, y embajador de la Unidad Popular en China. El 11 de septiembre de 1973 se negó a reconocer la derrota de Salvador Allende y ordenó que la bandera de la Embajada se pusiera a media asta. Incluso abrió un libo de condolencias y organizó una ceremonia en honor del líder socialista, sin embargo esta no pudo concretarse por la oposición de las demás autoridades. En ese momento comprendió que debía exiliarse.
“Creo en el valor moral de la indignación razonada. A eso me refiero con la rabia. No se trata de intelectualizarla, pero tampoco de reducirla a bajas pasiones”.
La frase anterior es parte del libro “No se oye, padre. Memorias políticas de Armando Uribe Arce” que en 2015 publicó Ediciones Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM). La obra, a cargo de Ana María Campillo Bastidas, corresponde a una compilación de pensamientos y testimonios políticos del poeta, construida a partir de cientos de párrafos extraídos de múltiples fuentes (diarios, revistas, entrevistas, textos sueltos, opúsculos, conversaciones y declaraciones) y que, gracias al buen hacer de la editora, se lee como un relato articulado y cronológicamente sensible sobre el Chile ultrajado, con la veracidad, sarcasmo y rabia que caracterizan su poesía.
Armando Uribe mantuvo y expresó durante toda su vida genuina preocupación y una postura clara respecto de lo público y el destino del país, a menudo opacadas por su destacada carrera literaria.
“[el neoliberalismo] después del 90 se ha agudizado con las concesiones que privatizan las obras públicas y que contradicen las indicaciones del Código Civil sobre bienes de uso público. Al cederles los derechos a concesionarias foráneas, se prohíben dichas obras a quien no pague por su uso. Una ideología aplicada también a la política, a lo social y a lo cultural”.
Desde Ediciones UTEM extendemos un sentido saludo a la familia de Armando Uribe, quien ha entregado al país un valioso legado, tanto en lo literario como en lo humano.
“El destierro, publiqué hace mil años, ¡y en otra lengua!, no consiste en vivir en un lugar distinto que la propia patria: es no estar en ningún lugar. Llegado aquí [Francia] encontré una descripción mejor: el exilio es la tierra donde no le hablan nunca a uno de su padre muerto”, Armando Uribe Arce, 28 de octubre de 1933 – 23 de enero de 2020.