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Estela de Carlotto es una personalidad argentina de reconocimiento internacional, por su labor como presidenta de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, organización de derechos humanos que tiene como propósito localizar y restituir a sus legítimas familias los niños apropiados durante la dictadura militar del país trasandino, llamada “Proceso de Reorganización Nacional”.

Estará próximamente en Santiago de Chile para impartir una Charla Magistral sobre “Memoria Histórica y Derechos Humanos”, actividad que se realizará el miércoles 22 de mayo a las 10:30 horas, en el Salón de Honor de la Casa Central de la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), en calle Dieciocho N° 161, Santiago.

Estela de Carlotto tiene 88 años, es maestra primaria, procedente de una familia de La Plata. Preside las Abuelas de Plaza de Mayo desde 1989, aunque participa en la entidad casi desde los inicios. Una de sus hijas, Laura Estela, fue secuestrada en Buenos Aires, embarazada, a finales de 1977. Era estudiante de Historia de la Universidad Nacional de la Plata. Por testimonios de sobrevivientes, conoció que su nieto nació en el cautiverio, fue apropiado y su identidad cambiada. El robo de bebés fue una práctica habitual en ese período y se estima que unos 400 fueron apropiados.

En abril de 1978, Estela Carlotto comenzó a participar en las actividades de las Abuelas de Plaza de Mayo. Desde el año anterior, las madres y las abuelas de los desaparecidos habían comenzado cada jueves a marchar en silencio, cubriendo sus cabellos con un pañal de tela blanco, alrededor de la Pirámide de Mayo, en la plaza del mismo nombre, situada frente a la Casa Rosada, la sede del Gobierno Nacional de Argentina.

Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, rememora: “Es por la misma época que en el grupo de las Madres de Plaza de Mayo se organizó un subgrupo, el de las Abuelas, madres por partida doble, quienes realizan una tarea esencial respecto de los bebés. Se dedican a los niños que fueron secuestrados junto con sus padres y no han reaparecido, y a las jóvenes que, secuestradas estando embarazadas, se supone han dado a luz en la prisión. Esas abuelas, por el testimonio que llevan, representan mucho, no solamente para la Argentina, sino para el mundo entero”.

El 5 de agosto de 1978, víspera del Día Del Niño, inmediatamente después del triunfo en la Copa Mundial de Fútbol jugada en Argentina, el diario “La Prensa” aceptó publicar la primera solicitada en que se reclamaba por los niños desaparecidos: “Apelamos a las conciencias y a los corazones de las personas que tengan a su cargo, hayan adoptado o tengan conocimiento dónde se encuentran nuestros nietitos desaparecidos, para que en un gesto de profunda humanidad y caridad cristiana restituyan esos bebés al seno de las familias que viven la desesperación de ignorar su paradero. Ellos son los hijos de nuestros hijos desaparecidos o muertos en estos últimos dos años. Nosotras, Madres–Abuelas, hacemos público nuestro diario clamor, recordando que la Ley de Dios ampara lo más inocente y puro de la Creación. También la ley de los seres humanos otorga a esas criaturas desvalidas el más elemental derecho: el de la vida, junto al amor de sus abuelas que las buscan día por día, sin descanso, y que seguirán buscándolas mientras tengan un hálito de vida. Que el Señor ilumine a las personas que reciben las sonrisas y caricias de nuestros nietitos para que respondan a este angustioso llamado”.

Inicialmente adoptaron el nombre de Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos y en 1980 terminaron aceptando la denominación por la que ya eran conocidas: Abuelas de Plaza de Mayo.

Por los testimonios de sobrevivientes, Estela se enteró que su hija había afirmado en el cautiverio: “Mi mamá no les va a perdonar lo que me están haciendo. Y los va a seguir mientras tenga vida”. Al respecto, comentó: “Me conocía más que yo misma porque yo no era una mujer heroica. Nunca había participado en nada. Era una mujer con origen de clase media baja, criada en épocas dulces si se quiere. Nunca me iba a imaginar que iba a seguir toda mi vida en esto”.

Estela buscó a su nieto durante casi 36 años. Por fin, el 5 de agosto de 2014, luego de una comprobación de ADN, su nieto fue identificado, y se convirtió en el número 114 de la lista de nietos recuperados. Es Ignacio Montoya Carlotto. Fue registrado en su DNI como Ignacio Hurban por sus apropiadores. Es pianista y compositor.

Hasta el 9 de abril pasado, las Abuelas de Plaza de Mayo habían logrado restituir la identidad de 129 personas.

Carlotto ha recibido innumerables reconocimientos por su trabajo con Abuelas de Plaza de Mayo, como el Premio de Derechos Humanos de la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) y el Premio Félix Houphouët–Boigny, otorgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Asimismo, fue declarada la Primera Ciudadana Ilustre de América Latina en 2014 por la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI). Ha recibido 15 Doctorados Honoris Causa de instituciones académicas, incluyendo las Universidades de Buenos Aires, Autónoma de Barcelona y de Massachussets, Boston.

Además, las Abuelas de Plaza de Mayo han sido nominadas en seis ocasiones al Premio Nobel de la Paz.

La Charla Magistral de Estela de Carlotto se inscribe en el marco de la primera Semana de la Memoria y los Derechos Humanos que realizará la UTEM, iniciativa que responde al compromiso asumido por el Rector de la Casa de Estudios en la ceremonia de título póstumo entregado en diciembre pasado a la familia de Ronald Wood, estudiante del entonces Instituto Profesional de Santiago (IPS) que murió víctima de la violación a los derechos humanos en Chile el martes 20 de mayo de 1986.

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