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Desde hace algunos meses las y los alumnos de la Escuela Santa Rita en el sector sur de Santiago, tienen la oportunidad de participar en un taller muy peculiar después de la jornada de clases. No se trata de uno de teatro o de básquetbol, como suelen ser las actividades extraprogramáticas, sino uno de Arquitectura y Ciudad.

La iniciativa de este taller surgió de un grupo de estudiantes de la carrera de Arquitectura de la Universidad Tecnológica Metropolitana, agrupados bajo el nombre de Anomalía, quienes implementaron el taller “Arquijuegos”, en el establecimiento escolar ubicado en la población El Castillo, en La Pintana.

La idea comenzó a ejecutarse durante el primer semestre de 2018, gracias al empeño de Bryan Lobos y Pilar Castillo, quienes ingresaron en 2014 a la carrera de Arquitectura en la UTEM. A ellos se sumaron Felipe Ayala, Marcos Chamorro, Javier Alzamora, Héctor Ortiz y Bastián Calderón, todos alumnos de Arquitectura.

“A través de la enseñanza de la Arquitectura, buscamos generar en los niños un pensamiento crítico y concreto respecto de la forma en que ellos viven la ciudad, el entorno donde viven”, cuenta Pilar. “Como nos encontramos en una situación crítica en El Castillo, buscamos con ellos, a través de pequeños cambios y en conjunto con la comunidad, sus familias y compañeros, que puedan tomarse sus espacios, hacerlos suyos y trabajar para mejorarlos”, complementa.

Actualmente el taller se desarrolla los miércoles, después del horario de clases, con una duración de poco más de dos horas y a él asisten entre 10 a 20 niños, de tercero a octavo básico.

La iniciativa cuenta con el apoyo de la Escuela de Arquitectura y la Vicerrectoría de Transferencia Tecnológica y Extensión de la UTEM. A través de la primera, los estudiantes obtuvieron fondos de la línea proyectos de Vinculación con el Medio de la Vicerrectoría, que les permiten financiar los materiales y traslados del taller y, además, cuentan con el respaldo formal de la carrera, frente a la dirección del colegio.

Propuesta

Anomalía ha desarrollado su propia metodología didáctica, para trabajar los contenidos de la disciplina con las niñas y niños del colegio. “Primero les enseñamos, en un lenguaje de niños, teorías espaciales, color, textura, cómo se conforma un espacio, que lo entiendan dentro del colegio; y la segunda parte es la intervención, donde los niños, a través de juegos dinámicos, hacen maquetas, recortan imágenes, generan un cuento. Desde el juego, los niños van aplicando esa teoría que les enseñamos en el taller”, explican sus impulsores.

La metodología la resumen como “experimentación, reflexión y propuesta”. “Creemos que no podemos reflexionar sobre algo si primero no se experimenta”, relata Bryan. “Tampoco podemos proponer algo si no se reflexiona, y eso nos lleva a la experimentación con sonidos, colores, etc. Así desarrollamos la idea de reflexionar sobre lo que estamos dibujando, maqueteando, y con eso proponemos algo”.

Como grupo, los jóvenes pretenden ir más allá de la enseñanza de la arquitectura: “Buscamos hacer intervenciones “anómalas”, como lo dice el nombre, situaciones que han sido normalizadas en el tiempo desde la academia o la teoría de la ciudad y ponerlas en evidencia, decir ‘esto no es normal’. En vez de esconderlas, mostrarlas: las fallas de la educación, las fallas que hemos tenido como arquitectos en formular la ciudad”, plantea Bryan Lobos.

Por eso su trabajo en El Castillo no se limita al taller que realizan en la escuela Santa Rita. También apoyan el Programa Comunitario Tregua, impulsado por la Fundación Gesta hace nueve años, en el que participan niñas, niños y jóvenes de la población, “mediante un plan de apoyo a las intervenciones que están haciendo en el espacio público”, cuenta Bryan.

“La idea de Anomalía –continúa- es poder apoyar lo más posible para que las intervenciones que se hagan tengan un sentido en el espacio y que puedan mantenerse; y hacer un llamado colectivo no solamente al grupo de Tregua, sino tratar de involucrarnos con la comunidad”.

“La idea de Anomalía –continúa- es poder apoyar lo más posible para que las intervenciones que se hagan tengan un sentido en el espacio y que puedan mantenerse; y hacer un llamado colectivo no solamente al grupo de Tregua, sino tratar de involucrarnos con la comunidad”.

“Lo que hacemos con el colegio y con Tregua es que el trabajo participativo genera cambios mucho más significativos para la misma comunidad. Se trata de entender cómo funciona el territorio pero desde los vecinos, desde los que habitan, desde los que sienten el problema”, reflexionan.

Para conocer más sobre el proyecto, puedes visitar las redes sociales de Anomalía (arq.anomalia en Facebook e Instagram) o enviarles un correo a anomalia.arq@gmail.com.

Fuente: noticias.utem.cl