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Columna de opinión por Héctor Reyes Chacana, Centro de Desarrollo Social UTEM.
“Extraños llamando a la puerta”[1], ese es el título del pensador polaco Zigmunt Bauman para uno de sus últimos libros, en el que se refirió a una nueva etapa del fenómeno migratorio, que define como crisis de humanidad, a propósito del impacto que en Europa ha provocado la llegada de miles de refugiados, a consecuencia de la guerra desatada en Oriente Próximo y Medio y que generó olas masivas de migrantes movilizándose de diversas formas e irrumpiendo en las fronteras europeas.
Sin duda, y al recordar las imágenes transmitidas por los medios de prensa de la época, lo que hemos visto en nuestro país en el norte, en el verano reciente, se asemeja bastante a dicha situación. Cientos de personas migrantes movilizándose desde países vecinos, expuestos a situaciones de vulnerabilidad y violaciones de sus DDHH, a fin de llegar a Chile en busca de alivio a sus dolores y sufrimientos en sus tierras de orígenes. El impacto de las imágenes de familias enteras caminando por el desierto (foto 1: Fuente: t13.cl), soportando condiciones climáticas adversas, generó una alta atención mediática, y una presencia gubernamental que puso al fenómeno migratorio en el foco de atención e interés del país, en un escenario sanitario complejo producto de la pandemia del covid 19.
Aquellos hechos recientes al parecer ya saturaron el interés mediático, pero nos dejan algunos puntos de reflexión sobre la situación migratoria en el país, recordándonos, a pesar del interés gubernamental por mostrar cifras de disminución del ingreso de migrantes (como indicador de éxito de su estrategia), que la inmigración en el contexto socioeconómico actual seguirá presente. Uno de aquellos puntos dice relación con la urgente necesidad de articular una política migratoria que defina claramente roles y recursos a las distintas instancias presentes en los territorios y en particular a los municipios, quienes son en último término dónde se expresan y vivencian las instancias de encuentro y conocimiento entre aquellos extraños y la población local. La ansiedad y miedo generado en las localidades fronterizas por la avalancha de personas ajenas a su cotidianeidad es algo que se acrecienta por la falta de capacidades locales para dar respuesta a la situación ya descrita.
Y por otro lado, es urgente revertir la ausencia de una perspectiva de derechos humanos en la visión del gobierno de turno respecto a las migraciones. La reacción, casi inmediata, de las expulsiones como el método para resolver la situación generada, y la puesta en escena de dicho proceso (como no recordar migrantes expulsados subiendo al avión vestidos con overoles blancos (foto nº2: Fuente: americanuestra.com), tiene consecuencias insospechadas en la percepción que la población autóctona va procesando de esta situación.
Uno de los efectos ya evidenciado de aquello, es lo que nos muestra la Encuesta Criteria,[2] que comparó la percepción ciudadana respecto a la inmigración entre los años 2019 y 2021, destacando el incremento en un 9% en quienes piensan que se debería restringir el ingreso de inmigrantes, pasando de un 60% en 2019 a un 69% en la medición de febrero de este año.
En la misma encuesta se mostro un aumento en quienes consideran a la migración como un “problema” (pasando de un 39% a un 50%), y una disminución entre quienes la consideran un “aporte” (43% a 30%). Cabe destacar también el incremento en la idea que la delincuencia aumenta con la llegada de inmigrantes (41% a 51%). En síntesis esta encuesta nos muestra un número creciente de rechazo hacia la llegada de extranjeros por parte de quienes habitamos este país.
Sin duda, medir el impacto que ha tenido lo acontecido en el norte en las últimas semanas, y las respuestas institucionales entregadas, es algo de largo aliento, no cabe duda que la pronta promulgación de la nueva Ley de Migraciones nos debe invitar a reflexionar respecto a los contenidos de dicho texto, y si logra construir una respuesta política institucional que coloque los derechos humanos de las personas en el centro del quehacer de la política pública, otorgando recursos y capacidades a los agentes públicos, en todos sus niveles, pero en particular en los gobiernos locales, que les permitan dar respuestas adecuadas, y no respuestas sujetas al estado de ánimo de las autoridades de turno, como nos señalan Thayer, Stang y Rodriguez[3].
Foto de portada por Carlos Capote
Notas:
[1] Bauman, Zymunt; “Extraños llamando a la puerta”; 2016; Ed. PAIDÓS; España.
[2] Agenda Criteria, Febrero 2021. Consultada sitio www.criteria.cl, 13 de marzo 2021.
[3] L. E. Thayer Correa, F. Stang Alva, Ch. Dilla Rodriguez | La política del estado de ánimo. La debilidad de las políticas migratorias locales en Santiago de Chile | Perfiles Latinoamericanos, 28(55) | Flacso México
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