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“Son escritos de singular valor histórico y testimonial de tiempos, conductas, acciones, omisiones, reflexiones, inquietudes, ideas de y para la polis; política con ideas –que las hubo– con pasado y sobre todo con futuro, tan lejanas a la izquierda que busca su utopía en las nostalgias o aquella que cual Adán cree ser el inicio de todo, pero con wifi”, señala Osvaldo Puccio en su prólogo del libro “Por las Grandes Alamedas”, que contiene valiosos documentos de Aníbal Palma, emblemático Ministro de Educación del Presidente Salvador Allende.

Puccio y Palma acompañaron a Allende la mañana del 11 de septiembre de 1973 y luego continuaron juntos en Isla Dawson y otros campos de concentración. Hoy destaca el valor del trabajo en una coyuntura, sentencia, en que “probablemente una de las más notorias carencias de las nuevas camadas en la política sea una enciclopédica ignorancia de la propia historia y circunstancias en que se desenvolvieron los hechos, en donde la visión de las cosas se hace tributaria de un provincianismo vulgar de la consigna y la autorreferencia reflejada en una manera de comunicar tan narcisista como miope”.

Se trata de una amplia y bien pensada selección de textos del ex Ministro de Educación del Presidente Salvador Allende, probablemente uno de sus más cercanos colaboradores, la que fue editada y compilada por el periodista Víctor Osorio, ex Ministro de la Presidenta Michelle Bachelet en su segundo período de Gobierno.

El trabajo, puesto a disposición del público por Ediciones UTEM, contiene discursos en sus tiempos de Secretario de Estado en los años aciagos de la Unidad Popular, reflexiones teóricas para aproximarse a un balance de esa experiencia desde el exilio y en tiempos de transición, denuncias y llamados a la acción en tiempos de lucha por la democracia en los años 80.

Un recorrido vertiginoso de “un protagonista privilegiado de las décadas probablemente más intensas de la historia de Chile”, como dice Puccio. Por allí emergen también materias de importancia para comprender la hora presente, como los debates de los años 80 sobre la naturaleza del Partido Radical y el modelo de salida a la dictadura, cuando Palma tomó como siempre una inequívoca posición en el vértice izquierdo de la sociedad democrática.

El rector de la UTEM, Luis Pinto Faverio, sostiene que los documentos publicados en este libro “tienen en común que fueron engendrados en el decurso de la gran trayectoria de servicio público, compromiso social y opción republicana del ex Ministro”. Añade que “su compromiso con el carácter público de la educación chilena, su opción por construir un Estado dotado de la capacidad de ser garante de derechos, su preocupación por el sentido público y social del ejercicio profesional universitario, se reflejan en profundidad en estos documento”, por lo que “no tenemos dudas que su divulgación será de enorme beneficio para acometer con éxito el desafío de construir un país inclusivo y democrático”.

Una intensa trayectoria

El abogado Aníbal Palma Fourcade fue una de las personalidades más emblemáticas del Gobierno de la Unidad Popular y del pensamiento socialista democrático. Fue apodado “el Pibe”, entre otras cosas, pues ocupó importantes cargos cuando era muy joven: primero fue Subsecretario de Relaciones Exteriores y después estuvo al frente de las carteras de Educación, Secretaría General de Gobierno y Vivienda.

Fue muy cercano al Presidente Salvador Allende y en la mañana del 11 de septiembre de 1973 estuvo en el Palacio de La Moneda acompañando al Primer Mandatario. Lo escuchó conmovido cuando pronunció, conectado con la Radio Magallanes, su último discurso: ese que hablaba de las Grandes Alamedas. Tras el Golpe de Estado, fue detenido e internado en la Isla Dawson y en una sucesión de centros de detención. En 1976, logró salir al exilio y antes de una década regresó a Chile para incorporarse a la resistencia al régimen militar.

El libro contiene un total de 40 documentos producidos en un período levemente mayor a las cuatro décadas, entre abril de 1972 y octubre de 2013.

Existen textos especialmente notables. Por ejemplo, el discurso que Palma pronunció en 1972 en Washington, cuando era Subsecretario de Relaciones Exteriores, representando la posición chilena en la Conferencia de la Organización de Estados Americanos (OEA). Frente a las evidencias de intervención de Estados Unidos en la política interna del país, y las hostilidades desencadenadas por la nacionalización del cobre, Palma golpeó la mesa y exclamó: “¡Chile exige respeto a su soberanía!”.

Un documento impactante es la renuncia a su cargo de Ministro de Educación, la que fue transmitida por cadena nacional de radio y televisión el 24 de septiembre de 1972, frente al incremento de los conflictos desencadenados por la oposición que controlaba parte del movimiento estudiantil secundario. Se recoge la intensidad de la confrontación política y social del período y los intentos que se realizaban desde el Gobierno para intentar frenar la polarización en curso.

“He resuelto renunciar a mi cargo de Ministro de Educación. Esta es una actitud entera y exclusivamente personal (…) Si mi renuncia sirve para calmar los ánimos, para que vuelva la cordura, para que se eviten nuevos enfrentamientos, estoy tranquilo y ojalá que así sea.

Me voy con mi conciencia muy tranquila. No sé cómo la tendrán los que han provocado esta situación”, señalaba.

Un documento que estremece es la carta que Palma envío desde el exilio en Alemania al diario “La Tercera” en agosto de 1978 para referirse a declaraciones del ex senador Julio Durán, con el cual había sido correligionario en el Partido Radical, para separarse en 1969 cuando el segundo optó por formar una fracción de derecha denominada “Democracia Radical”. A la fecha de la mencionada epístola, Durán era un duro partidario del régimen militar.

Durán había señalado en una entrevista a “La Tercera” lo siguiente:“Hoy vino a mi oficina una mujercita de Temuco que anda con su marido desaparecido, un señor Lobos, me parece. Bueno, el señor Lobos fue detenido en Temuco, lo pelaron ‘a guata’ y después lo dejaron en libertad, desde entonces está desaparecido. Yo no sé si se habrá ido con una ‘peuca’ o está escondido, o desapareció efectivamente”…

Palma le representa con evidente indignación que ese “señor Lobos” era diputado del PR, Gastón Lobos, electo por la Provincia de Cautín en las elecciones parlamentarias de marzo de 1973. Le indica: “Mi amigo y correligionario Gastón Lobos fue detenido en Temuco, por los militares sublevados el 11 de septiembre de 1973. Fue salvajemente torturado y sus aprehensores lo pasearon desnudo por las calles, con una metralleta entre las manos, por cierto sin municiones y con la cabeza afeitada. Esa es la última vez que se le haya visto. Nunca más se supo de él. A su esposa le dijeron que su marido había sido puesto en libertad. Nadie, sin embargo, lo ha visto jamás. Lobos está desaparecido como otros miles de campesinos, trabajadores y profesionales de nuestro castigado país”.

Hay también documentos polémicos, pero interesantes desde el punto de vista del análisis histórico, en que esboza elementos para un balance para la experiencia del Gobierno de la Unidad Popular, sobre todo en el ámbito de la educación y la cultura. Así por ejemplo, en una conferencia que impartió el 26 de junio de 1989 destaca que durante ese período “el Ministerio de Educación tuvo el porcentaje más alto del Presupuesto Nacional, alcanzando un promedio del 20%. El gasto per cápita en el rubro educacional durante el mandato de Allende subió a 54,08 dólares, el más alto en la historia de Chile”.

Añade que “se aseguró, además, matrícula para el ciento por ciento de los niños en la educación primaria, y recordemos que en dichas escuelas los alumnos recibían atención médica, medio litro de leche diaria, desayuno y almuerzo escolar gratuitos. En cuanto a la educación secundaria en 1973, el 52% de los jóvenes asistía a liceos, escuelas técnicas o institutos comerciales. No fue sólo eso: en 1970 había 126 mil alumnos no universitarios, ésta cifra llegó en 1973 a 593.000. De 79 mil alumnos universitarios que había al iniciarse el Gobierno, en 1973 la cifra alcanzaba 158.000”. Y subraya: “En agosto de 1973 el 37% de la población estaba estudiando o perfeccionando conocimientos”.

“En Chile floreció la actividad artística. Se fomentó la cinematografía, el ballet, el teatro, la música popular, ayudaron a cultivar nuestra propia identidad (…) Creció el interés por la lectura. Podemos recordar como en 1971, la Editorial Quimantú, fundada por el Gobierno de Allende, en dos años y medio publicó doce millones de volúmenes de 247 diferentes títulos, los que se vendían a precios populares y de esos 12 millones a la fecha del Golpe se habían vendido más 11 millones de libros, lo que es difícil superar. Esto resulta evidente cuando nuestra población escasamente excedía de los 10 millones de habitantes”, afirma.

Se ponen también a disposición documentos útiles para pesquisar las controversias que atravesaron la izquierda chilena durante el régimen militar, respecto de los caminos para el tránsito a la democracia, en los que se pueden encontrar claves interesantes para la interpretación de la historia reciente del país.

En definitiva, un trabajo que ameritaba ser publicado y que resultará de indudable valor para todos los interesados en profundizar el conocimiento del decurso histórico de Chile en las últimas décadas.